Ellos

Sucumben, mueren. Girando el triste espectáculo de verlos a veces en su  estado y  la sórdida utilidad  de que  son objeto, escuece  la visión, sin embargo  son  hermosos, infrecuentes, su belleza  es  serena  y  su  alegría expectante. Son sufridores  y  mantienen una inimaginable lealtad aunque en sus cuencos de comida, hartos de vacío sólo les miraran sus propias sombras.

Las cosas, todas las cosas están ahí, discurren  por  los  senderos de la observación, por la contemplación, caducan con la prisa o se vuelven extrañas y malsonantes. Los objetos, vivos o definidos  como  muertos, pasan desapercibidos  o mantienen tal grado de atención que caen en lo ridículo  y después, para  quien  los  conoció, para  quien  afinó su emoción y se fijó en ellos,para quienes tanto les quieren,les observan… doloridos, escuálidos,famélicos, enfermos, aturullados en habitáculos esperpénticos, demoniacos  por docenas de docenas, para todos ellos, sólo unas cuantas palabras para reeducar su visión, su respecto, su adopción, su integración en hogares como otros perros cualesquiera, porque lo son, porque no son diferentes sino elegantes aunque sinceros, muy sinceros.

Son los podencos. Los hermosos podencos.

No te lo pienses demasiado porque  concentran  paz y su alegría aunque rezume tristeza es tan, tan hermosa…

De Kasa